21 enero 2017

Deporte y alcohol: atento a las consecuencias



EL UNIVERSAL

El alcohol es perjudicial para cualquier actividad física (salvo para dar botes en la pista de la discoteca) y, como dice la nutricionista de Koa, Anabel Fernández, causa estragos en tu figura. “Nunca serán iguales las calorías de una tarta de salmón con aguacate que las de una bebida alcohólica, que sólo aporta calorías vacías. Y aunque tengas la suerte de no engordar, lo notarás en la piel y el pelo”, afirma. Pero, por si no fuera poco, aquí tienes otras cuatro consecuencias a tener en cuenta:

Recuperación más lenta

Un entrenamiento duro vacía las reservas de glucógeno (carbohidratos almacenados en hígado y músculos) y exige reparar el tejido muscular. Beber alcohol justo después, paraliza el proceso de recuperación y si el consumo es elevado, desplaza los carbohidratos, dejando tu despensa un 50% más baja de lo normal. “Según un estudio publicado en www.plos.org, la síntesis neta de proteínas musculares se ve afectada negativamente por la ingesta masiva de alcohol, por lo que tus músculos se recuperarán mucho peor”. Fernández recomienda beber o toma un snack que contenga proteínas y carbohidratos.

Interrupción del sueño

El exceso de alcohol también echa a perder tu recuperación muscular y rendimiento. En un estudio realizado a 93 hombres y mujeres, los científicos averiguaron que reducía la duración del sueño y aumentaba el insomnio (sobre todo en la segunda mitad de la noche), particularmente en las mujeres, cuyo tiempo de sueño se redujo en más de 30 minutos durante toda la noche. Aunque parece que estas bebidas inducen al sueño, en realidad disminuyen su actividad reparadora, según un estudio publicado en Alcoholism: Clinical & Experimental Research.

Rebosante de grasas

El cuerpo prioriza metabolizar antes el alcohol que las grasas y los hidratos. Y por si esto fuera poco, el alcohol descompone aminoácidos y los almacena en forma de grasas. El proceso es todavía más pronunciado en muslos y glúteos, donde, encima, se pierde músculo. También hace que aumenten los niveles de cortisol (hormona del estrés), que favorece aún más los depósitos de grasa. “Estas bebidas aportan casi tantas calorías como las grasas y suelen contener azúcar, sin olvidarnos de las calorías del picoteo con el que solemos acompañarlas”, dice Fernández.

Menos agua y nutrientes

El alcohol irrita las paredes del estómago, lo que puede reducir la capacidad de absorción de nutrientes (por eso tienes a tripa revuelta después de unas cuantas copas), según el doctor Brian R. Christie, sin olvidar que favorece las ganas de orinar. Por cada gramo de etanol que ingieres, eliminas 10 ml de orina (unos 280 ml por dos cervezas). “No sólo te deshaces de agua, también de electrolitos, que tu cuerpo necesita para funcionar”, señala Fernández. Ten en cuenta que sólo un 2% de deshidratación ya afecta a tu rendimiento.



EL ALCOHOL ACTIVA LAS NEURONAS DEL HAMBRE

Beber un aperitivo para abrir el apetito es una práctica humana desde hace siglos y los estudios modernos confirman que el alcohol favorece el hambre. Ahora, un grupo de científicos descubrió en ratones el motivo: el alcohol activa las mismas neuronas que normalmente estimulan el hambre, reseñó EFE.

Un artículo que publicó Nature Communications establece ese vínculo en un estudio realizado con ratones, el cual puede ayudar a entender porqué el consumo de alcohol lleva a la sobre ingesta de alimentos.

Beber alcohol se asocia al consumo excesivo de comida, pero las causas subyacentes no están claras pues esa sustancia tiene muchas calorías y la ingesta de calorías normalmente suprime las señales de apetito del cerebro, según un estudio del Instituto Francis Crick, de la University College y del King's College, todos ellos de Londres (Inglaterra).

El grupo de expertos, dirigido por Denis Burdakov, identificó los mecanismos neuronales que generan este comportamiento en ratones y demostraron que los componentes fundamentales de los circuitos de la alimentación en el cerebro, ubicados en el hipotálamo, también son activados por el alcohol.

Además, descubrieron que la actividad de las neuronas Agrp del hipotálamo es esencial en la sobre ingesta de alimentos inducida por el etanol, uno de los componentes del alcohol, en ausencia de factores sociales que puedan inducir a comer en exceso.

Para el estudio, los científicos suministraron a los ratones 180 mililitros de alcohol durante tres días, lo que condujo a un "significativo" incremento de la ingesta de comida en comparación con los roedores del grupo de control a los que se les administró alcohol.

Los autores descubrieron que las neuronas Agrp que estimulan el hambre, las cuales forman parte del circuito de alimentación en el cerebro de los ratones, también se veían activadas por el alcohol y si se eliminaba la actividad de esas neuronas, también eliminaba la sobre ingesta de alimentos provocada por esa sustancia.


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